El Camino del Guerrero
Reflexiones sobre las enseñanzas de Don Juan a Carlos Castaneda
"La vida se desenvuelve de instante en instante y cuando la capturamos para analizarla, la matamos. Cuando intentamos inferir conceptos al observar tal o cual fenómeno natural, de hecho dejamos de percibir la realidad del fenómeno y sólo vemos en el mismo, el reflejo de las teorías y conceptos rancios que en modo alguno tienen nada que ver con el hecho observado.” Samael Aun Weor
“Transformar esta maravilla en razonamiento no sirve absolutamente para nada. Aquí, a nuestro alrededor, se encuentra la eternidad misma. Intentar reducirla a una absurdidad manipulable no sólo es mezquino, sino francamente desastroso.” Don Juan
1. El hombre común cree que la descripción del mundo que le han enseñado es definitiva.
Por consiguiente vegeta dentro de la horizontalidad, de la mecánica del mundo. Sus ideas, convicciones, anhelos, metas, objetivos, etc., sean estos materiales o espirituales, están a merced de esta descripción. “Muere con la íntima convicción de haberlo agotado todo”.
Esta descripción se inicia en el momento en que nacemos, y no podremos percatarnos de ella hasta no contar con un punto de referencia. La personalidad y toda su resaca: miedo, apego, imitación, fantasía, seguridad, mitomanía, vanidad, etc., es decir, el placer y el dolor, es todo lo que esta descripción produce.
La educación solamente motiva a la mente sensual, aquella que se alimenta de las percepciones de los sentidos físicos, de la cual Castaneda es un excelente representante. Esta es, como bien señala Don Juan, “el policía abusivo y vigilante que, inconscientemente, impide toda evasión, toda elección hacia el poder y la libertad”.
2. ¿Por qué se habla del mundo en términos de una mera descripción?
¿Conocemos el mundo? De hecho, guardamos de el una gran cantidad de representaciones, esto es, una gran descripción, a las que en su conjunto llamamos conocimiento. Comúnmente se entiende por saber la acumulación de representaciones, y se dice que una persona sabe más cuanto mayor sea el número de sus representaciones internas.
Para nosotros, de tal manera, el mundo se constituye en una serie de descripciones de fenómenos, sean éstos químicos, físicos o biológicos; reacciones psicológicas y formas aprendidas y estereotipadas; conductas de acuerdo a la moral y a la ética de turno, a la religión y la cultura, etc. A esto se reduce nuestro mundo, y lo que de ello escape lo catalogamos como metafísico, desconocido, dogmático, brujesco, hechicero, loco, absurdo, sectario, o científicamente no demostrable.
Emmanuel Kant, el filósofo alemán, en su Crítica de la Razón Pura, afirma que los conocimientos humanos no alcanzan la cosa en sí, la cual queda desconocida y por eso la llamó el noúmeno, la incógnita. Lo que conocemos es sólo una apariencia de las cosas, conocida como el fenómeno.
Desde este punto de vista se habla de una descripción del mundo, por cuanto lo único que conocemos es la descripción de las características del fenómeno (color, forma, composición química, etc.), y nada sabemos de ese otro mundo que no puede ser percibido por los sentidos de percepción externa, y sin embargo más real que la mesa del comedor o los sillones de la sala.
3. ¿Cómo comprender lo que significa parar el mundo?
En primer lugar, para poder comprender las enseñanzas de Don Juan es necesario considerarlas con una mentalidad abierta, procurando comprender la necesidad de desligar los factores tiempo-espacio, circunstancia, cultura, lenguaje, etc. para poder entender un mensaje de orden psicológico-espiritual que no participa ni tiene nada que ver con esas diferencias.
Parar el mundo significa producir la oportunidad de sentir una verdadera necesidad, algo que constituye el elemento motor de un cambio sistemático y radical. Parar el mundo es acabar con la descripción de ese mundo y aprender a ver esa realidad que nos hace actuar.
En Viaje a Ixtlán se desarrolla magistralmente toda una trama para producir circunstancias ajenas a nuestro hacer y de esta manera intentar parar el mundo. “No hay manera de cambiar el hacer de nuestro mundo” dice Don Juan en Viaje a Ixtlán. ¿Quién podría cambiar todas esas circunstancias? ¿Podríamos acaso cambiar el mundo?
“Como quiera que la vida interior es el imán que atrae los eventos exteriores, necesitamos con urgencia máxima, inaplazable, eliminar de nuestra psiquis los estados psicológicos erróneos”.
“Alterar nuestra relación con determinados eventos es posible si eliminamos de nuestro interior ciertos estados psicológicos absurdos”.
“Situaciones exteriores destructivas podrían convertirse en inofensivas y hasta constructivas mediante la inteligente corrección de los estados interiores erróneos”.
Los párrafos anteriores, tomados del libro Psicología Revolucionaria de Samael Aun Weor nos ayudan a comprender por qué dice Don Juan que no se puede cambiar el mundo. Los problemas son una propiedad inherente a la vida, y lo único que nosotros podemos hacer es cambiar nuestra actitud ante los mismos, lo que convertiría nuestro mundo en el campo de caza del que nos habla el chamán yaqui, es decir, aprovechar las grandes oportunidades que nos dan esas circunstancias.
Así, las impresiones que llegan a nuestros sentidos y las circunstancias de la vida pueden seguir siendo las mismas: hogar, trabajo, calle; con sus consabidas situaciones agradables o desagradables, pero nuestra actitud será otra: la de un cazador y un verdadero guerrero.
Todas esas circunstancias que nos enganchan, que nos hacen llevar una vida común, llena de problemas y situaciones difíciles y dolorosas muchas veces, es lo que Don Juan llama el Anillo del Hacer, y estos anillos de todos nosotros, dependientes de la mecanicidad, constituyen nuestro mundo. Un hombre de conocimiento utiliza su Anillo del No-Hacer y rompe la mecánica, escapa de la descripción, urde otro mundo.
A propósito de cazar, dice Don Juan: “Cazar es un asunto muy extraño. No hay manera de planearlo por anticipado. Eso es lo emocionante. Pero de todos modos un guerrero procede como si tuviera un plan, porque confía en su poder personal. Sabe de cierto que lo hará actuar en la forma más apropiada”. Aquí no hay planes de robot. Se vive la filosofía de la momentaneidad. Se actúa en base a un plan que está implícito en la propia conciencia, la que al estar activa, sabe estar al acecho y cazar. Es la Acción Lacónica del Ser.
4. El Sentir y su relación con el parar el mundo.
Tal como explica Don Juan, parar el mundo está íntimamente ligado al Sentir. Si analizamos profundamente, nos damos cuenta de que definitivamente sólo el Sentir podría desdoblar la verdadera necesidad de un cambio interior y traducirla en hechos y acciones concretas.
Como bien dice la gnosis, solamente cuando se produce la separación interior es posible desdoblar la energía y circunstancias necesarias para realizar un trabajo fructífero sobre sí mismos. Es en este punto donde nos damos cuenta de que la mera información no sirve para producir esa necesidad y urgencia interior de un cambio radical. Muchas personas están informadas de la necesidad urgente de un cambio y de un trabajo sobre sí, pero esa información no posee la fuerza necesaria para motivarnos a la acción. He aquí el por qué de los círculos mecánicos dentro de las instituciones esotéricas y de los grupos de la nueva era, círculos de repetición de la información, pero completamente estériles en cuanto a resultados del trabajo. “Todo esto sucede por incapacidad de parar el mundo”.
Nuestro mundo sigue siendo el de la descripción, el de la mecánica. ¡Cualquier actividad dentro de él seguirá siendo la prolongación de su propia mecánica!
Continuamos manejándonos en el anillo del hacer y nunca hemos querido aceptar la realidad de ese otro mundo interior, ni hemos querido aceptar la responsabilidad de vivir en un universo misterioso. No aceptar esa responsabilidad significa, de hecho, continuar apegados a nuestro mundillo de lo conocido, el camino frecuentado, el del rebaño, la mecánica, esto es, en la vida horizontal con sus dos extremos que se tocan: cuna y sepulcro; pero lejos, muy lejos de la línea vertical de nuestro propio Ser, nuestra legítima realidad.
Wakan Tanka !
Mitakuye Oyasin !
Pax Inverêncial !
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